La historia de la hormiga y el saltamontes para niños
Érase una vez una hormiga y un saltamontes Vivía en un prado verde y exuberante. La hormiga era muy trabajadora y pasaba todo el verano recolectando comida y almacenándola para el invierno. Por otro lado, el saltamontes pasó todo el verano cantando y bailando, sin molestarse en recolectar comida.
La hormiga se dio cuenta de que se acercaba el invierno y que necesitaba prepararse ya que los días de otoño se acortaban y bajaba la temperatura. Hizo un gran esfuerzo para adquirir tanta comida como pudo. A pesar de ser invierno, el saltamontes siguió cantando y bailando.
La hormiga estaba cálida y cómoda en su hermosa casa subterránea, fascinada por toda la comida que había acumulado, cuando llegó la primera nevada del invierno. El saltamontes carecía de comida y refugio y estaba hambriento y helado.
Fue a la hormiga y le pidió algo de comida. “Por favor, Ant, no me preparé para el invierno como tú. ¿Puedes prescindir de algo de tu comida?
La hormiga pensó por un momento y dijo: “Lo siento, Saltamontes, pero trabajé duro todo el verano para recolectar esta comida. No puedo dárselo a alguien que no se tomó el tiempo de prepararse”.
El saltamontes se dio cuenta de su error y prometió no volver a ser tan flojo y desprevenido nunca más. A partir de ese día, pasó los veranos recolectando comida y preparándose para el invierno. Siempre recordaba la valiosa lección que le había enseñado la hormiga.
Moraleja de la historia
La moraleja de la historia es que es importante planificar y estar preparado para el futuro. Si bien puede ser tentador vivir el momento y disfrutar el presente, es importante considerar lo que puede traer el futuro y tomar medidas para asegurarnos de que estamos preparados para ello.